De putas, pulgas y piojos

En Valladolid, cualquier tiempo pasado NUNCA fue mejor

lunes, septiembre 15, 2008

El sainete de Lope de Vega

No, no es que el insigne Lope se dedicara al sainete... es que la historia reciente del teatro vallisoletano que lleva su nombre va camino de convertirse en uno de ellos.

Cuando hace unos años saltaron todas las alarmas debido al mal estado de conservación del emblemático edificio todos los personajes y personajillos de la vida social y cultural vallisoletana pusieron el grito en el cielo. Los unos exigiendo a las administraciones que se implicaran en su conservación, los otros capeando como podían el temporal y quien más, quien menos mirando de reojo al pasar no fuera que se cayera un pedazo de fachada y le diera en la coronilla.

La junta, a través de la "fundación Siglo para ... " lo tuvo alquilado como sede de los ensayos de la orquesta sinfónica de Castilla y León durante unos años, hasta que los desprendimientos fueron tan evidentes que ya no permitian su uso. El ayuntamiento, embarcado en mantener a flote la programación del teatro Calderón, se lavaba las manos. y la diputación objetava que con asumir la restauración del teatro Zorrilla tenía cubierta su cuota. Los propietarios no tenían ninguna intención de hacerse cargo del edificio ya que la inversión que necesitaba era cuantiosa... y entre unos y otros la situación fué empeorando.

La aparente solución al problema vino de la mano de una subasta en la que, en principio, aparecieron dos posibles compradores... Uno parecía estar sinceramente interesado en la adquisición: Jose Luis Moreno... ese señor que pasó de ventrílocuo de exito en los 80 a productor de "cosas", casi siempre infumables, del entorno cultural. El otro agente también parecía realmente interesado... La obra social de Caja Duero. En Valladolid, capital de la región de facto, no tenían ninguna sede apropiada para sus actividades culturales y tenían que recurrir al alquiler de diferentes espacios para su programación teatral o musical. Evidentemente la Caja pudo con Moreno y se adjudicó la compra.

Todo fueron parabienes. Se presentó el proyecto de restauración que ya anunciaba problemas. El examen en profundidad de los problemas del edificio encareció las primeras estimaciones y el proceso empezó a relentizarse.

Han pasado varios años y ahora entra un nuevo agente en la trama. El casino de Boecillo. Y mientras caja Duero anda inmersa en una supuesta batalla interna entre quien quiere seguir adelante con los planes previos (aunque salgan caros) y quien quiere quitarse el muerto de encima lo más rápidamente posible... En el fondo, sospecho que esa fractura interna está presente en la entidad financiera desde el primer momento. Cada vez me parece más claro que la decisión de la caja de pujar por el teatro hace cuatro años fue motivada por las presiones del alcalde de Valladolid (que pertenecía a la directiva de la caja en aquel momento) y que sus múltiples enemigos le han estado esperando hasta la fecha. Luego se le añade la bonita excusa de "la crisis feroz", que es como el cuento del lobo -que sirve para todo- y tenemos la situación actual.

Que el casino de Boecillo quiera abrir sede en la ciudad no es mala noticia... que lo haga en un teatro de la valía del Lope de Vega si. Si alguien admite la posibilidad de que el recinto cambie de actividad para pasar a ser una bonita y lujosa sala de juegos estaremos muy mal.

Pero la culpa no es solo de los políticos o los directivos de las grandes cajas. La culpa es de la sociedad vallisoletana en su conjunto que hace mucho tiempo que se desentendió de su patrimonio. Es significativo pensar que los tres teatros de la ciudad que se mantiene en pie (es un decir) hayan tenido que pasar de manos privadas (todos fueron construidos en el XIX por entidades privadas de socios) a manos de las administraciones públicas. Y no solo son los teatros... echesé una ojeada al panorama general de nuestro patrimonio y la conclusión es la misma. Estamos instalados en la cultura de la administración como Superheroina que salva el patrimonio... y nosotros mientras pasamos de él con la excusa de que ya pagamos nuestros impuestos. Así nos va.